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sábado, 4 de febrero de 2017

BICICLETADAS conjuntas

¿Hacer una bicicletada con otros coles?, ¿pero eso se puede hacer?
Pues claro... Se puede y, casi, se debe, porque como ya sabemos todos: "La unión hace la fuerza", y un grupo ciclista cuanto mayor es, más seguro circula. Lo único que sucede es que has de extremar las precauciones y organizar con mucho más cuidado la actividad pues, entre otras cosas, va a ocupar la calzada un número mayor de ciclistas...

Aspectos que, a mi juicio, has de tener en cuenta:
- La información que se genere ha de ser clara y precisa entre todos los adultos responsables (reuniones suficientes, con tiempo y conocimiento; grupo de whatsapp y correo electrónico).

- En cada colegio han de elegirse varios responsables, que han de tener clarísimos los aspectos básicos de la bicicletada (horarios, itinerario, etc.), pues de ese modo se evita que sólo unos pocos dispongan de unos datos que nos afectan, e interesan, a todos.

- Imprescindible el recorrer previamente el itinerario elegido, unos días antes, para evitar sorpresas el día de la bicicletada. Cuando no lo hacemos, por lo general, nos arrepentimos porque las ciudades son espacios vivos que deparan muchas sorpresas (obras, eventos deportivos...)

-  Los adultos de mayor experiencia deberían ir abriendo y cerrando la marcha. Sobre todo el que lidera, pues ha de saber cómo mover un grupo tan numeroso con tiempo suficiente ante los obstáculos e incidencias del trayecto. Es bueno que otro adulto, con menos experiencia, le acompañe para que aprenda y en el futuro asuma también esa responsabilidad.

- El resto de adultos ha de ir muy bien repartido a lo largo del pelotón, teniendo en cuenta que, en cualquier momento, éste puede verse fragmentado (semáforos, pinchazos, etc.) y, por lo tanto, ese grupo de personas han de convertirse, de inmediato, en un "apéndice" independiente con autonomía y capacidad de decisión suficientes como para sentirse seguros hasta el reencuentro con el grueso del ejército pedaleador pacífico.

Aquí conviene que, previamente, se haya definido quién ocupa qué posición. Es más fácil si los coles, a pesar de circular juntos, van segregados entre sí, en orden, unos detrás de otros,  Ya habrá tiempo más tarde, cuando lleguemos al destino, de conocernos y socializar los unos con los otros. Los niños ya tienen asignada su pareja y toman como referencia a los compañeros y adultos que conocen. Además, de este modo cada colegio sabe el orden que ocupa en el mogollón que se va a formar. Cuanto menos caos generemos, mejor. Conviene que el colegio que va el último también tenga experiencia en bicicletadas, así tanto los que abren como cierran generan seguridad y confianza al resto.

- Es muy importante cuidar las incorporaciones a la calzada, cada vez que un colegio se suma, para que no se produzcan de modo caótico o peligroso. Tened los puntos de encuentro muy bien estudiados y definidos para que os podáis ir incorporando a la marcha con seguridad y calma.

- Una vez llegados al punto de destino, se ha de haber establecido previamente quiénes custodian, por turnos, las bicicletas, incluso a pesar de que todas estén candadas (lo cual suele no suele producirse). No olvidemos que se roban no sólo muchas bicicletas, sino también aquellos complementos que podamos tener en ellas (bombas, bidones...) Cuanto más próximas estén las bicicletas entre sí, mejor para los que van a vigilarlas.

- En función del lugar de visita, tenemos que tener previsto qué materiales se van a necesitar (en el caso de que sea un museo), qué grupos se van a formar (aquí está muy bien mezclar a los niños de diferentes coles), etc.
Por experiencia propia, toda visita a cualquier espacio cerrado (por lo general museo o sala de exposiciones) ha de estar muy bien organizada, con una ficha para rellenar, pues de lo contrario se va a armar la marimorena de niños corriendo de acá para allá y van a ver la exposición en tres segundos y medio. A partir de ese momento lo único que resta es discutir con ellos e intentar aplacar su innata necesidad de movimiento.

- El regreso a los centros educativos no ha de comportar, en principio, mayor problema que la pedaleada de ida, con la salvedad de que muchas familias, por lo general, han decidido marcharse antes por su cuenta, utilizando el transporte público (al ser fin de semana, el acceso es libre) y vais a ser menos gente. Más fácil. Pero, también, suele darse la circunstancia de que los regresos, al menos para nosotros, son siempre cuesta arriba. Hay que contar con ello para la hora de vuelta acordada con las familias que irán a buscar a los alumnos mayores (en nuestro caso, los de quinto y sexto pueden venir solos, con autorización) a la puerta del colegio.

Y un asunto para cerrar este texto que considero de gran importancia y que ha de comportar un consenso previo entre todos los adultos responsables de la actividad. Me refiero a la edad de los participantes. Es maravilloso contar con el mayor número de niños y familias en nuestras bicicletadas, pero en ocasiones los peques son demasiado peques y, aunque sean capaces de pedalear bien para su edad, no es lo más adecuado traerles a una bicicletada con niños que lo van a hacer mucho más rápido y fluido que ellos. Estamos refiriéndonos, claro, a los niños de infantil (algunos de los cuales han llegado a venir, incluso, con correpasillos en lugar de con bicicletas...) Nosotros, en el Zuloaga, hacemos bicicletadas sin apoyo de la policía, lo cual supone que no se van a producir cortes al tráfico controlados por personas con autoridad y vamos a gestionar, desde nuestros recursos, la marcha de tanta gente. Es cierto que muchos pezqueñines son increíblemente resistentes, pero se nos van quedando atrás y atrás (subiéndose a las aceras, retrasando al pelotón...) y generando una tensión extra a los adultos que acuden y, sobre todo, a los que organizan la bicicletada. Hay que pensar que, quizás, haya otras posibilidades más adecuadas (bicicletadas expresamente preparadas para ellos, planes B para hacerlas más sencillas: intermodalidad, bici hasta un punto y metro a partir de él, etc.)

Espero que esta reflexión os sirva y anime a organizar megabicicletadas y que estemos en contacto para seguir compartiendo experiencias y aprendiendo tod@s de y con tod@s.

Walter.














Donaciones de bicis, una manera generosa de seguir dando vida y alegría: Eva Cuenca

Cuando tu bici se te queda pequeña, llega el momento de decirle adiós... Al principio da pena, pero teniendo en cuenta que, probablemente, te van a comprar una más grande, el pesar es menor. Si, además, resulta que tu querida bicicleta puede ser disfrutada por otr@s niñ@s, entonces la rueda se cierra y todo el mundo es feliz cuando tomas la decisión de... donarla.
Tú no te harás daño (porque montar en una bicicleta pequeña es incómodo e, incluso, puede lesionarte), tu bici seguirá estando viva, contenta, y los que sigan utilizándola, también.

Aquí os mostramos una experiencia de altruismo -la búsqueda del bienestar de otras personas de manera desinteresada- que tiene como protagonista a Eva Cuenca, una niña de 5ºA que decidió donar su bici al Zuloaga.

Pregunta (P): ¿Desde cuándo tienes esta bici?
Respuesta (R): Desde los seis años.
P: ¿Tiene nombre?
R: No
P: Cuéntanos una anécdota que hayas vivido con ella.
R: Aprendí a montar en ella en la Plaza de la Remonta y, después de usarla yo, se la dejé a mi vecina Amalia. Ahora se la regalo al cole.
P: ¿Te has dado muchos golpes o eres una conductora cauta?
R: No muchos.
P: ¿Qué le dirías, a modo de despedida, a esta bici que donas al Zuloaga?
R: Que conozca más niños. Un beso.