Espantados por la meteorología de aquel sábado -e, incluso, por la de las primeras horas del domingo-, muchas familias, de los distintos colegios (Rufino, San Cristóbal, Zuloaga), abandonaron el barco triciclético y dejaron que unas pocas se encargaran de culminar el descubrimiento con éxito. La segunda bicicletada del curso pudo realizarse a pesar de las amenazantes previsiones. América fue visitada por el grupo en bici y por el de a pie. La momia, las cabezas reducidas, el calendario azteca, los tipis indios... Los numerosos atractivos de este fabuloso museo fueron degustados por los alumnos que, en grupos, rellenaron su ficha y dibujaron, preguntaron y buscaron a la piraña por las diferentes plantas hasta que llegó la hora de comer. Dado que había llovido mucho el día anterior, decidimos no ir al empapado Parque del Oeste y quedarnos a la vuelta del museo, un espacio muy acogedor, con bancos de piedra y un césped que pedía a gritos que se jugara al rugby sobre él. Fue escuchado y, durante una hora, dos equipos se enfrentaron haciendo gala de un juego limpio y unos pantalones sucios (muy sucios, para ser exactos).
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