El año pasado un nutrido grupo de ciclistas, del Zuloaga y de Escuelas Bosque, salimos de la puerta de nuestro cole para ir a este evento -no sólo atractivo, sino necesario, imprescindible: ¿Cuándo se enterarán, nuestros gobiernos, de que las ciudades que hemos creado son lugares invivibles para los peques (para todo, en realidad)?- acto en el cual se reclama (una y otra y otra vez) que haya menos coches y más espacio para la infancia, para esa infancia como la que muchos tuvimos no hace mucho tiempo: calles tranquilas, posibilidades de caminar sin miedo, sin humos, con espacios para el brote de las amapolas y el vuelo errabundo de las mariposas.
Pedalibre montará, de nuevo, un circuito de habilidades para bicicleta (o patines, patinetes) para los niños y, cuando el evento cese, regresaremos al barrio para disfrutar de nuestro huerto, un complemento ideal para cerrar un día redondo, como las ruedas de la bicicleta, como la corola de una margarita tan bonita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
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