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martes, 12 de noviembre de 2024

BICIBÚS: Llega el Bicichurro del 17 aniversario

Diecisiete o, como dice la antigua canción rockanrolera: "Seventeen!" son los años que hemos cumplido. 

El 11 del 11 a las 11 del 2007 iniciamos, con una bicicletada, el proyecto "Con bici al Zuloaga". Era por entonces un bebé que empezaba a caminar, pedalear. Ahora es un adolescente, ¡tiene sólo diecisiete años y va a dar mucha guerra a sus padres! Quiere salir, divertirse, llegar tarde a casa y tener secretitos con sus mejores amigos.

Por lo pronto vamos a celebrarlo, como es habitual, con un Bicichurro en el mismo lugar que el año pasado: el Imperio Mofongo, en la calle Castilla, que nos gustó mucho. 

Si las previsiones lo permiten, será este viernes, 15 de noviembre y, si no, porque lloviese mucho, pero mucho (por ahora prevén lluvias torrenciales), el que viene. Crucemos los dedos porque, quizás, el Cambio Climático -ése sí que es un terrible bebé recién llegado- sea el que verdaderamente dé guerra.






miércoles, 6 de noviembre de 2024

BICIBÚS: ¡El Bicibús Terrorífico!, 31-10-24

Ya son 38 los bichillos pedaleantes y 18 las madres y los padres que, habitualmente (que no simultáneamente, aunque, a veces, también) formamos el grupo de bicibuseros de este curso. Y el número va en aumento. En breve, quizás, tendremos que habilitar de nuevo dos grupos: Ciclonautas y Meteoros, para que se alternen cada viernes, pero por ahora, como no todos los niños se animan a pedalear cada semana, estamos resistiéndonos a la división para favorecer que todos puedan venir siempre.

Dicho lo cual (importante para conocer el "estado de la Nación Biciclética Zuloaguera") pasamos a detallar una breve crónica del Bicibús Terrorífico del pasado viernes.

A éste sí que se habían apuntado todos los cicloespectros, pues es una pedalada especial, increíblemente espantosa (si atendemos al número de vehículos contaminantes que, a día de hoy, aún siguen circulando por nuestra ciudad) y terroríficamente esperanzadora (si atendemos a nuestro compromiso para revertir dicha situación). 

Tras recoger a los engendros a pedales hicimos una parada, muy intencionada (y muy inesperada por los bicibuseros), en una calle peatonal para que pudieran ser asustados por una familia que, oculta, había esperado pacientemente nuestra llegada. Una vez fuimos acuchillados sin piedad, de un modo desconcertadamente inocuo, seguimos rumbo al Zuloaga. 

Por desgracia, no pudimos realizar la segunda parada (es lo que me da un poco de rabia de este bicibús especial, el no tener más tiempo para aprovechar los disfraces), que es donde hubiesen recibido los zurriagazos que tenía yo muy pensado propinarles sin piedad alguna... Pero no importó porque se los pude arrear más tarde, en el patio, y a la salida de las clases, que para eso celebrábamos Halloween (¿o Samhain, la fiesta celta de conexión entre el mundo de los vivos y de los muertos?) Es igual: se llevaron los mismos escobazos.











Ante todo, alegría, aunque sea terrorífica



¿El Tío de la Vara? No, el de la escoba