La aventura a Tres Cantos fue: hasta 50 kilómetros en bici, el rock con las torres de fondo mientras salíamos de Tetuán, el ir y venir de préstamos de nuestros amigos para la salida (unos sacos, unas alforjas, esa esterilla y aquella rafia…), la emoción de lo desconocido. Y, sobre todo, esas conversaciones mientras pedaleas.
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