Ya se sabe que, a veces, las versiones de una canción son mejores -o, al menos, más famosas, pues en cuestión de gustos nada se ha de sentenciar- que las originales. Es el caso, por ejemplo, de "With a little help of my friends" que Lennon y McCartney escribieron en 1967 (para el álbum "Sgt. Peppers...") y que fue ampliamente mejorada -para muchas personas, entre las que me encuentro- por Joe Cocker un año más tarde.
Sucede lo mismo con nuestro proyecto biciclético: las versiones que vamos haciendo, a medida que pasa el tiempo, van mejorando, una y otra vez, el original.
¿A qué se debe esta mejora? Indudablemente a un elemento básico, crucial, y es al que hago mención en el título de esta entrada.
Con Bici al Zuloaga nació con el claro propósito de dirigirse a los alumnos y las alumnas del colegio. Queríamos introducir la bicicleta en la escuela para que el alumnado aprendiera a montar en ella y, sobre todo, a circular por la ciudad. Lo que no sabíamos en aquel tiempo, hace diecisiete años, es que el pilar fundamental para que ellos y ellas pudiesen disfrutar del proyecto iba a ser la ayuda que los padres y las madres iban a brindarnos. Teníamos mucha ilusión pero poca clarividencia, pues, si lo analizas, en la génesis del proyecto ya venía marcado su destino: fue creado por dos padres (Jesús Barral y Marcos Montes) y un maestro (el que suscribe estas líneas).
¿Es fundamental que los padres y las madres nos confíen a sus pequeños para que vengan a pedalear con nosotros? Determinante. Sin confianza, no hay permiso para que ellos participen en nuestras actividades. Sin permiso, no hay niños ni niñas en bici. El proyecto se muere. ¡Chimpún!
¿Es fundamental que haya maestros implicados en "Con Bici al Zuloaga"? Por supuesto, porque, de lo contrario, la bicicleta no permearía a las clases de Educación Física, a los recreos... No habría fondos de bicicletas ni aparcabicis, por todas partes, ni el tablón o el calendario en el que exponemos nuestras actividades, ni existiría la Comisión de Movilidad que dinamiza el préstamo de bicis cada jueves... Cuando los niños llegan a sexto, y se marchan al instituto, sus familiares que nos ayudan, como es normal, dejan de venir al bicibús. Somos los maestros implicados los que permanecemos firmes, los pilares, año tras año, que dan estabilidad y tierra a tanto pedal, tanta bicicletada, tanto bicipícnic y tanta travesura sobre ruedas.
¿Es fundamental que haya niños y niñas en el Bicibús?, ¡Toma, claro! Esta fiesta está diseñada para ellos, ellas. Son la alegría, la energía, la esperanza de un mundo mejor.
Pero... ¿Es fundamental que haya padres y madres apoyándonos? Obviamente (esta palabra les gusta mucho a los peques), sí. Son la argamasa que nos empasta, los puentes que unen edades, afectos, circunstancias; los que proporcionan la posibilidad de que un número elevado (¡elevadísimo, diría yo!) de niños y niñas puedan participar en estas actividades. Son los que, cuando pedaleamos en parejas por la calzada, van detrás, en medio, vigilando, cuidando, para que todo vaya bien, para asumir liderazgos si es preciso. Son los que, cada lunes, cuando se lanza la pregunta: "¿Quién se apunta al bicibús este viernes?", van sumando sus manitas electrónicas: "¡Yo, yo, yo, cuenta conmigo, con nosotros!" Los emoticonos van sucediéndose, construyendo la posibilidad, la certeza, del siguiente bicibús.
Sirva esta entrada de homenaje a ellos, a ellas. A los que, las que, están. A los que, las que, estuvieron. Sirva de sincero agradecimiento sabiendo que, sin su ayuda, no estaríamos aquí hoy organizando tanta fiesta sobre ruedas.
Un nuevo año pero el mismo proyecto. Renovado, renacido, con cada persona que dice: "¿Qué hay que hacer para ir al Bicibús?"
Simplemente apuntarse, y venir cuando puedas, quieras. No te preocupes, el bicibús seguirá haciéndose, cada viernes, como no podía ser de otra manera, with a little help of my friends. 😊
Walter Post Villacorta
Versión de los BEATLES
Versión de JOE COCKER
