Ya sabéis que los cascos, pasados unos años, hay que sustituirlos por otros, pues sus materiales se van deteriorando. A no ser que te caigas y se golpee fuerte contra el suelo, lo cual hace que tengas que tirarlo de inmediato. En este caso, el casco no es sólo un héroe -por salvar tu cabeza- sino, además, un mártir, pues muere por ello: has de tirarlo, se ha dañado su estructura.
Afortunadamente, de cuando en cuando, recibimos donaciones de cascos (no de los mártires, sino de los otros, los que están en perfecto estado), un complemento que, recordemos, es obligatorio para los menores de 16 años, o sea: para toda la comunidad ciclista escolar zuloaguera.
El primer donante del mes fue Cristóbal, de la tienda Villabikess, que tan bien nos trata y que quiere seguir apoyando nuestro proyecto de múltiples formas:
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