miércoles, 31 de mayo de 2023

BICICLETADA: Imprenta Municipal, 27-5-23

No se puede pedir más en una bicicletada: pedaleos por calles tranquilas (tanto en la ida como en la vuelta), una atención por parte de los empleados del lugar que se visita amable y atenta y, sobre todo, una afluencia de ciclistas excepcional. Éste sí que es el punto primordial del éxito. Nada más, nada menos, que 60 fue el número de ciclistas que acudieron a la puerta del Zuloaga ese sábado por la mañana, 60 los que circularon con calma, en fila de parejas, hasta el centro de Madrid y esos 60 los que entraron al museo, con la ficha de visita confeccionada, y lo recorrieron con interés.

A la salida, tras votación popular -a pesar de las previsiones de lluvia inminente- se decidió comer en un parque cercano -el Templo de Debod-, en lugar de uno lejano -próximo a nuestro barrio: el de Azca- por lo que para allá dirigimos nuestras ruedas. Cuando estábamos atravesando la Plaza de España, ante los comentarios de los niños (al ver muchas de las atracciones vacías de gentes y agobios: cuerdas trepantes, toboganes y demás travesuras), el que aquí escribe y cabeza de pelotón, decidió atender esos deseos y cambiar el lugar al que íbamos por ese espacio de relativamente reciente creación que, muchos de ellos, aún no conocían (o, al menos, no habían disfrutado).

Así que paramos y los pequeños se lanzaron a la conquista de los juegos, priorizándolos -o simultaneándolos- con su comida, lo cual es, en ellos, habitual. A lo largo de mis años como docente he podido comprobar, cada vez que salimos a una excursión, que para ellos es más importante -o tanto- el jugar como el comer, pudiendo hacerlo, aunque parezca increíble, a la vez...

De cierre, a una de las mamis se le ocurrió que podíamos ir a tomar una horchata a la fábrica de la calle Pedro Tezano, lugar especializado en ese dulce, con productos de gran calidad, donde te puedes encontrar dicha bebida utilizada, además, en helados, bizcochos y todo tipo de inventos maravillosos.

A ritmo de salvaje rock and roll, y bañados por una suave lluvia primaveral, fuimos, vimos (bebimos) y vencimos.

A la conquista del barrio

Como tiene que ser, utilizando un único carril

Acercándonos a la Plaza de Oriente

Al lío, al lío


Parte de las bicis que esperaban, tranquilitas, a que sus dueños visitaran el museo















Ya en la horchatería llovió un poco más


BICICLETADA: dibujos y abecedarios

La ficha de la visita a la Imprenta Municipal proponía, entre otras cosas, dibujar una de las piezas de una máquina y, también, escribir el nombre con una tipografía inventada. He aquí cómo se materializó dicha propuesta:

Así era:

Así se expresó:













Respecto a los abecedarios, éstos eran los expuestos en la sala:

Y éstos, los suyos:















lunes, 22 de mayo de 2023

BICICLETADA: Bicicletada a la Imprenta Municipal, 27-5-23, cartel

Éste era el lugar al que yo quería ir en la anterior convocatoria (la bicicletada del Día del Libro). Como no pudo ser -por la celebración del Maratón de Madrid, que se erigió como barrera infranqueable, a lo largo de todo el centro de la urbe, justo ese día- me quedó pendiente de realizar. 

Así que, como última bicicletada "normal" del curso (la verdaderamente última será la de "Bajo Nuevos Cielos", diseñada en exclusiva para los cicloturistas zuloagueros), vamos a ir a disfrutar de ese espacio tan sugerente y, a mi juicio, necesario de conocer. 

De ese mundo de imprentas manuales -inmensas, antiguas, hermosas-, provienen los libros que tanto amamos.



miércoles, 10 de mayo de 2023

BICICLETADAS: Streets for Kids, 5-5-23

Streets for kids. Las calles para los niños, las niñas. Eso es lo que se reclamaba en el acto al que los zuloagueros ciclistas fuimos el pasado cinco de mayo. Que pensemos en los niños, viene a decir esta reivindicación. Si de la afectación por la contaminación hablamos, ellos, por su altura (más baja, donde se acumulan en mayor número los elementos nocivos) así como por el número de pulsaciones de su corazón (más elevado que el de los adultos), son mucho más vulnerables a la contaminación atmosférica que nosotros, los adultos. O sea, que los peques sufren más enfermedades asociadas a la respiración por vivir en ciudades contaminadas (las nuestras), y también,  no lo olvidemos, los ancianos (por el estado de deterioro de su sistema respiratorio). Niños y ancianos. La esperanza de futuro de nuestra especie así como nuestras raíces, nuestros libros vivientes del pasado.

Es un clásico, entre "los que hicimos la E.G.B." (tirando de una expresión que ya es un "lugar conocido"), el recordar aquellos tiempos en los que jugábamos en la calle sin peligro de tanto coche, sin tanto miedo, con más libertad (de la buena) y con unas calles que hacíamos nuestras a partir de las amapolas que cogíamos en los solares, descampados y montes próximos a nuestras casas (la calle Federico Rubio, por ejemplo, donde está la Jefatura Superior de la Policía), lugares donde secuestrábamos mariquitas, lagartijas (sin pedir rescate a cambio de su posterior liberación -siempre que sobrevivieran a nuestros juegos con ellas, claro-), plazas donde se instalaban orquestas para la celebración de las fiestas (la confluencia de Leñeros con Jerónima Llorente, sin ir más lejos), o terraplenes por los que nos tirábamos con nuestra alfombrilla de cartón (frente al Zuloaga, cuando salíamos de las clases). 

Todo ese mundo semirrural, semiurbano - con elementos tan necesarios para la calma y la salud- espachurrado por los cláxones y la edificación asfixiante de un urbanismo que rezuma artificialidad por todos los poros de su apretado asfalto, aniquilado por la invasión masiva de vehículos que pasan la mayor parte de su vida útil parados y que, cuando ruedan, nos regalan humos emitidos in situ (los de combustión), o en otro lugar (los provocados por las centrales que producen la energía usada para mover los coches híbridos, o completamente eléctricos, que se venden como más ecológicos).

Que no nos engañen. Que hay que recuperar las ciudades para las personas, sobre todo para los niños y las niñas, nuestros mayores y mejores tesoros. Y para nuestros ancianos, y para ti y para mí. Que hay que usar más transporte público, bicicletas y andar, andar y andar más, para hacer ejercicio (gratuito) a diario y evitar, de ese modo, el sobrepeso y la pereza crecientes.

Por todo esto -y por mucho más- (que cada cual imagine, reflexione, si quiere, por qué) fuimos allí pedaleando. Nos lo pasamos magníficamente en el tramo de la calle Alcalá  que cortaron al tráfico (entre Cibeles y Puerta de Alcalá), donde hubo juegos, un concierto, un circuito de habilidades para bici (o para correrlo a pie, enloquecidos, como hicieron algunos de los nuestros), etc., Y seguimos disfrutando luego, cuando regresamos al barrio y estuvimos cenando y charlando en el Huerto Zuloaga. Tejiendo y tejiendo redes, con la paciencia de arañas recuperadoras de estructuras raídas. Diseñando nuevos colores para nuestras vidas sociales.