María Cifuentes me lo había propuesto hacía un par de meses y le dije que por supuesto que iríamos a visitarles. Queríamos que niños, niñas, padres y madres del bicibús pudieran conocer un espacio -cultural y social- muy interesante del barrio. Si, además, se les iba a invitar a chocolate y churros, como podéis imaginar, el interés para los peques fue máximo.
La organización del pedaleo fue la típica del "bicibús especial", que consiste en la división, por grupos, del grueso ciclista, de tal manera que algunos padres, algunas madres, asumen recoger a los niños de su zona (a partir de las ocho) para confluir, todos, en el lugar de encuentro, en este caso, el "Espacio Lorenzana" (situado en el bajo de la calle Lorenzana número dos) a las ocho y media de la mañana. Disponíamos de poco tiempo, veinte minutos, pues no queríamos llegar tarde al cole, por lo que la visita se nos hizo muy corta. Fue una lástima que tanto trabajo (preparar chocolate a la taza para 46 personas no es cualquier cosa, ¡ni mucho menos las tartas y bizcochos que algunas madres, de manera sorprendentemente sorpresiva, trajeron!)
Pero no quedó sólo en eso la sorpresa, sino también, y sobre todo, en la presencia de muchas de las personas que nos ayudaron, en el pasado, cuando sus hijos e hijas estudiaban en el Zuloaga, a poder hacer nuestros queridos bicibuses, las cuales habían sido invitadas, a la chita callando, para celebrar nuestra llegada, nuestro proyecto, su proyecto, esa mañana.
El anfitrión fue Marcos Montes (yo, desafortunadamente, no pude escuchar sus palabras, pues me quedé en la calle, vigilando las bicicletas), una persona a la que tengo en muy alta estima -y máxima gratitud- pues fue la que, junto a Jesús Barral, me ayudó a desarrollar nuestro proyecto biciclético en el Zuloaga, allá por el 2007. Luego, cuando por fin asomé el morrito, fue para hacer de aguafiestas al anunciar, a los cuatro vientos, a las muchos tabiques (tras saludar a mis antiguos compañeros y compañeras de pedaleo matutino), que era tiempo de marchar. Los niños poblaban el espacio dondequiera que mirase: sentados, bajando y subiendo escaleras -chocolates y bizcochos aún en ristre-, por las diferentes salas de este amplio lugar.
Lamentablemente, sin haber disfrutado como hubiésemos deseado (qué bueno sería celebrar aquí el próximo bicichurro...), tuvimos que irnos al Zuloaga por la acera (para no armar la Marimorena al crear un pelotón inmensísimo que tuviese que ir hasta Federico Rubio para entrar, en condiciones, por la calle del colegio), empujando las bicis, pues eran las nueve menos cinco.
Llegamos, afortunadamente, a tiempo, pero se me quedó así como un nosequé de insatisfacción por no haber disfrutado, en condiciones, de todo lo organizado. Al menos, me consta (porque me lo dijeron luego) ellos y ellas, los adultos que habían acudido a la invitación, sí que pudieron aprovecharlo y se quedaron un rato más, en ese espacio al que, desde aquí, junto a todos, todas las personas que hicieron posible el buen trato recibido, damos las gracias.
Walter Post Villacorta
El espacio Lorenzana es la sede de una asociación cultural (Espacios Comunes Lorenzana) y además es un coworking social compartido por profesionales de distintos campos: arquitectura, paisajismo, consultoría de movilidad, ambiental, sociología... Lorenzana es un espacio con actividades abiertas al barrio: cinefórum, charlas, presentaciones de libros, debates y encuentros entre vecinos y vecinas. También hemos organizado Laboratorios Ciudadanos en colaboración con Espacios Bellas Vistas y con el CIEA Dehesa de la Villa. Puedes enterarte de nuestras actividades AQUÍ
Bicis, bicis, bicis |
Bicis por todas partes |
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¡Vamos, a por los churros! |

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De izquierda a derecha: atrás (Ana y Chema), primera fila (Majduleen, María, Itziar, Chefo, Olga, Étienne, Susana, Walter y Pepa) y, agachado, Marcos. |