Han sido meses muy difíciles. El mundo pareció echar el freno (tanto el delantero, como el trasero) pero, aún así, salimos por las orejas, disparados por encima del manillar y nos estrellamos contra el suelo. Allí quedamos, quietecitos, expectantes, varios meses, preguntándonos qué iba a suceder. Desde todas las instituciones se propiciaba, y exigía, la parálisis. Detenidos. Esperando...
Cuando las clases retomaron un ritmo similar -solo similar, no nos engañemos- al habitual y se vio que todo iba, poco a poco, rodando de nuevo, nuestro proyecto también asomó tímidamente sus piñones y propuso una fórmula distinta para retomar nuestros bicibuses como vanguardia del resto de acciones bicicléticas que queremos recuperar.
Si ahora todo se configura dentro del espectro (con todas sus connotaciones) del burbujismo, del no contacto y del encorsetamiento social, decidimos amoldarnos a ese incómodo traje para hacer lo mismo con los bicibuses: "Bicibuses burbuja", compuestos exclusivamente por niños de una clase. Alumnos que van a pasarse juntos cinco horas en el colegio, segregados de los demás, ¿por qué no iban a poder pedalear también juntos una hora antes de entrar al aula?
El equipo directivo dio el visto bueno y nos lanzamos a la experiencia, que está resultando satisfactoria pues tras ella no se ha producido, entre los participantes, contagio alguno. En el exterior, con mascarilla, sería bastante improbable (¿imposible?) que así fuera.
Nuestros bicibuses burbuja ya empiezan a dar alegría y satisfacciones, color y calor, una vez más -como siempre hicieron-, a nuestro colegio.
Primer bicibús del curso, el de 5ºA: 6-11-20 |
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