El Zuloaga no deja de recibir donaciones, tantas que no nos
da la vida a registrarlas en este blog correctamente.
¿Y por qué será que nos donan tantas bicis? Porque a los
pezqueñines les crecen las patitas una barbaridad y sus bicicletas se les quedan
chiquininas. Entonces, cuando tu bici ya no te sirve, lo más bonito, y
solidario, es donarla para que otros puedan disfrutarla del modo en que tú lo
hiciste, ¿verdad?
Hoy os traemos la encuesta que le hemos hecho a Fátima, del
curso de 5º A.
¿Tiene nombre tu
bicicleta?
La verdad es que mi bicicleta no tiene nombre, siempre que
salía a pedalear con ella la llamaba por su nombre común.
¿Desde cuándo la tienes?
La bicicleta que estoy donando era de mi hermano desde los 7
años y yo la empecé a usar también a los 7. Así que lleva 10 años con mi
familia.
Cuéntanos una
anécdota graciosa que hayas vivido con ella
Al principio me era imposible frenar, por más que oía: “¡Pero,
Fátima, frena, frena! ¡Aprieta los frenos!” No los encontraba y frenaba tirándome en marcha, igual que cuando tenía que
girar, no sé por qué pero yo seguía recto y más recto y sólo giraba cuando
estaba a punto de estamparme con algo.
Siempre tenía a mi padre corriendo detrás de mí y alguna vez,
para que no me cayese, se cayó él...
¿Dónde solías montar
con ella?
En el carril bici del lugar donde veraneo. Como ahora tengo otra más grande, me aventuro por la carretera, con mi
padre.
La estás donando al Zuloaga, ¿qué te gustaría que tu bici
viviera en el cole?
Yo quisiera que mi bicicleta viviera todo lo que yo he
vivido: los buenos momentos, los malos, los de aprendizaje, los de tristeza…Pero
mil veces mejor, y sobre todo, que la
gente que la use sea muy feliz.
¡Muchas gracias, Fátima! Seguro que tus deseos se convierten en realidad...