Un año más, aprovechando la festividad de Halloween, los bicibuseros y las bicibuseras salieron a la calzada a asustar a los coches. El resto del año, son ellos los que lo hacen. Asusta el nivel de intimidación con que rugen sus motores, a veces, cuando van detrás de nosotros. Asusta el nivel de muertes por contaminación que se produce -y normaliza, como si nada- cada año, cuando se está hablando, desde todos los países y gobiernos -por otras causas bien conocidas-, que la salud es lo primero. ¡Ja! Si lo fuera, el mundo que nos rodea no estaría lleno de basura, plásticos, gases nocivos...
Pero como a lo que nosotros hemos venido ha sido a pedalear, pues eso hicimos, señores, señoras. Los antiguos celtas, creadores y celebradores de Samhain -el momento del año en que las puertas entre el mundo de los vivos y los muertos se confunden-, estarían muy orgullosos de nosotros por perpetuar la tradición que ellos iniciaron y que los estadounidenses transformaron.
¿Truco o trato? Trato, desde luego. Hagámoslo: cuidémonos, cuidemos el ecosistema, el planeta, en que vivimos. ¿Va? (¿o estás cruzando los deditos por la espalda, para que no veamos que no piensas cumplirlo?)