No nos engañemos, el Parking Day nació como una iniciativa ciudadana para visibilizar el espectacular, abusivo, espacio que los automóviles roban a las personas que vivimos en las urbes. Las calles utilizadas como aparcacoches; las calzadas, lugares peligrosos de los que los niños han de cuidarse como del lobo de antaño. Toda la ciudad es un enorme campo de juego preparado para un único jugador: el coche. Los demás usuarios: acorralados, asustados, contaminados.
El Parking Day consiste en mostrar todo lo que las plazas de aparcamiento ocupan y lo que se podría montar en ellas: conciertos, bibliotecas, zonas de juego para niños, etc.
Y esta loable iniciativa-denuncia, que se llevaba a cabo sin pedir permiso alguno, con el paso de los años fue fagocitada por parte de las administraciones (¡aquéllas que debían hacer cambios profundos para revertir esa injusta situación!) y la incorporaron a su "calendario sostenible". Rebelión domesticada, una vez más. De este modo, se institucionaliza, se organiza (se pide permiso al ayuntamiento sobre qué plaza de aparcamiento se va a reservar, durante una mañana) y se habla, con los niños, de cuánto espacio desperdiciado y de cuántas cosas se podrían hacer si se les devolviese a los ciudadanos, legítimos dueños de ese espacio, el mismo. Curioso, ¿verdad? Qué tendencias tan opuestas en el seno de las sociedades...
Con todo esto, hemos de señalar que el proyecto Stars, en el cual participamos como colaboradores, está formado por personas que SÍ SE CREEN lo que están haciendo (fomentar la cultura ciclista), y por ese motivo nos sumamos a la iniciativa anual que suelen proponer en el marco de la Semana de la Movilidad Sostenible.
En esta ocasión se trataba de montar una suerte de huerto, decorado con plantas y con cajas de verduras, para reflexionar sobre el consumo local y de temporada, pues sabemos que parte de la contaminación del planeta se debe al modelo energético basado en el transporte (alocado) de mercancías de un punto del mundo a otro. Consumir productos de España, en España, y de Costa Rica, en Costa Rica, para evitar -entre otras cosas- los cultivos intensivos que tantos tóxicos precisan y que acaban con la biodiversidad (en el lugar de origen), el desarrollo de la agricultura (en los países receptores) y ese demoníaco flujo de aviones, trenes y barcos para que todos (bueno, no todos, no lo olvidemos. Los privilegiados) tengamos de todo durante todo el año, en lugar de la lógica -sostenible- política de reducir el consumo y disponer de aquellas frutas y verduras que nos "toca" tener en cada estación del año.
Y tras esta larga -y necesaria- charla, basta. Algunas imágenes sobre cómo lo hicimos en el Zuloaga. Nosotros, afortunadamente, tenemos un huerto y esa mañana fuimos antes a cosechar nuestra propia producción para poder exponerla y darla a conocer a todos los niños. Marta, la mamá de Lorenzo, estuvo conmigo toda la mañana colaborando en la actividad. ¡Gracias, Marta!, ¡y gracias a todos los que mantenéis vivo el Huerto Zuloaga!
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