Justo el día de nuestra cita ciclista se inició una ola de calor sin precedentes en la Península. Cuando quedamos, en el colegio, a las 10:00, aún se estaba bien pero, a medida que avanzaba la mañana, el pinar de la Casa de Campo empezaba a derretirse y nosotros con él.
La idea era realizar la tercera y última salida de preparación previa a la salida cicloturista. La propuesta: llevar la bicicleta con todo el equipaje, igualito igualito al día que vamos a pernoctar, con el objeto de aprender a colocar nuestros utensilios, observar la fiabilidad de la pata de cabra, experimentar un nuevo estado de fuerzas y equilibrios, etc. De ese modo, minimizamos las sorpresas el fin de semana estrella (el del 25 y 26 de junio) anticipándonos a posibles imprevistos (aunque, en una salida en bici, siempre puede haberlos, claro).
Vamos a ver cómo vinieron algunas de las bicicletas de los veinticinco ilusionados participantes de la ruta:
Una vez revisado el modo en que se habían fijado los elementos con los eficientes (y peligrosos) pulpos, nos lanzamos al pedaleo. Fuimos, esta vez, por la Dehesa de la Villa y el Anillo Verde Ciclista, el cual muestra, en algunos tramos, cierto abandono (flora) que dificulta la circulación y, como es habitual, un gran uso por parte de muchísimo ciclista.
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Las pasarelas están en perfecto estado |
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La pista se estrecha |
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Como siempre, pedaleamos en fila india y dejando huecos, para permitir ser adelantados |
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Mucho, mucho, mucho polen |
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Arbolado que invade el carril |
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Zona de descanso |
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La idea era exponernos a una ruta de mayor dificultad (exigencia física, tipo de terreno, etc.), por lo que el itinerario elegido fue realizar el perímetro de la Casa de Campo (17 kilómetros) que tiene, además, zonas de gran pendiente. Todo iba bien hasta que, al abordar la primera megacuesta, tuvimos dos incidentes: uno al subirla y otro al bajarla. Eso, unido al aumento de la temperatura -al ir aproximándonos al mediodía- hizo que renunciáramos a continuar con el plan previsto y nos dedicáramos a disfrutar del agua, la comida, la charla y las vistas.
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Un pequeño incidente accidentado hizo detenerse al pelotón justo en mitad del cuestorro |
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Bajo nuevos cielos, bajo nuevas sombras |
Una vez comimos, y descansamos, iniciamos el regreso al barrio. El sol se ensañaba con nuestros cuerpecillos urbanos y urgía beber y beber, ducharse y ducharse, en todas las fuentes que encontramos a nuestro paso. Con todo y con eso, era difícil no deshidratarse o sentir, ligeramente, los efectos de la insolación bruteitid a la que nos vimos sometidos.
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Enric nos deleitó con su manejo del balón |
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Jalonamos la ruta, una vez más, con múltiples períodos de juego para los peques
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Bárbara nos cuenta cómo ha distribuido su equipaje en las alforjas |
Una vez en el colegio, medio muertos de calor (¡estamos hablando de cerca de 40 grados!), supimos que estábamos preparados para nuestra salida definitiva... En breve: ¡rumbo a Tres Cantos!
PD: He aquí los perfiles de la ruta que Bárbara registró:
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